Fotografía Oleg Ivanov
Mi primer contacto real con los TCA fue hace ya muchos muchos años, en 1994.
Primero durante mi práctica clínica como Dietista-Nutricionista en el Servicio de Endocrinología del Hospital de Galdakao donde ni siquiera había una Unidad especializada en TCA, sino que la atención se hacía desde Endocrinología.
Eran el Dr. Juanjo Beitia y su equipo quienes gestionaban los casos y los ingresos, coordinados con el Dr. Padierna, psiquiatra.
Yo aún estaba estudiando Nutrición y tenía 23 años. Aquella experiencia me impactó mucho.
Socialmente se empezaba a hablar de los TCA, los medios comenzaron a dar algo de eco, surgían asociaciones como ACABE desde la iniciativa de familiares para dar respuesta ante la falta de recursos públicos en aquellos momentos y los Dietistas-Nutricionistas nos cuestionábamos nuestro papel en todo esto.
Si no me falla la memoria, no fue hasta el año 97 en el que Ángel Padierna emprendió un programa pionero de atención para adolescentes desde Osakidetza.
En aquella época fui parte de un equipo de intervención multidisciplinar (bio-psico-social) para el tratamiento de TCA en Bilbao. Era 1998.
Para entonces, después de pasar por el Servicio de Nutrición del Hospital de Granollers, llevaba apenas 3 años acompañando a deportistas y usuarios/as en centros deportivos y en mi consulta, y ya iba comprendiendo que un enfoque centrado en la “báscula”, en el “peso corporal”, la ”dieta”, el “control”…que no abordara todas las dimensiones de la salud (emociones, relaciones, historia personal, autoimagen corporal, entorno social, creencias…) podía generar mucho más sufrimiento, agravar una situación o incluso disparar un TCA en algunas personas.
Sentido y sensibilidad
Lo que más me sensibilizó en relación a las personas que padecen un TCA es la incomprensión que llegan a sentir, su lucha por “recuperarse” y “recuperarse a sí mismas”, el sufrimiento y la impotencia del entorno familiar, lo difícil que es encontrar coordenadas en una cultura que nos impone unos estándares que invisibilizan y estigmatizan cuerpos no normativos.
Siento que en parte, toda esta experiencia fue configurando mi enfoque hacia una mirada más holística de la salud, y fue expandiéndose en mi manera de acompañar a las personas cualquiera que sea su condición, enfermedad o dificultad con la alimentación y el cuerpo, los cuerpos. Me fui formando en psicoterapia, en DMT, Mindfulness y Mindful Eating, en Conducción de Grupos…y sigo en ello, siempre aprendiendo.
Ayuda profesional y recursos para familiares
Los #TCA son trastornos psicológicos graves y a veces difíciles de reconocer. Si conoces a alguien que pueda necesitarlo ofrécele tu apoyo para buscar ayuda profesional. ¡De los TCA también se sale!.
Siempre hay un primer paso. Estaré encantada de acompañar a quien lo necesite con su alimentación y sus emociones, siempre contando con el apoyo de Psicólogos/as especializados en TCA cuando la situación lo requiera.
Dejo aquí este enlace a la Guía para familias de personas afectadas por un TCA elaborada por ACAB. Muy recomendable y completa, con un formato fácil y directo.
Si estás junto a una persona, amiga, familiar que sufren TCA, aquí en nuestro entorno más cercano (Bizkaia) puedes dar ese primer paso e informarte en ACABE BIZKAIA sobre lo que necesitas saber.
Al servicio de las personas y su salud
Tras años de atender a las personas y uniendo toda mi experiencia y formación nació el programa EMOBERE.
En él abordamos todas las dimensiones en un mismo proceso (nutrición, cuerpo y emociones) y se despliega tanto en formato individual como grupal.
En EMOBERE:
– Aprendemos a reconocer patrones y hábitos a través del cuerpo y sus mensajes.
– Desarrollamos una auto-imagen corporal más positiva y realista alejándonos de los cánones impuestos de belleza para estar más cerca de nosotras.
– Aumentamos conocimientos e integramos nuevos hábitos para una alimentación más consciente y saludable.
– Adquirimos herramientas para practicar la atención plena en el acto de comer, en el momento de elegir, cocinar y comer los alimentos.Tomamos consciencia del cuerpo, mente, emoción, fomentando la autoescucha y los autocuidados.
– Adquirimos recursos para lidiar con el estrés y la ansiedad, y obtenemos un mayor grado de bienestar.
– Aumentamos el disfrute del propio cuerpo, experimentando con el placer y la creatividad.
– Alcanzamos mayores cotas de libertad, soberanía y autogestión de la salud en todas sus dimensiones (física, mental, relacional-afectiva…)